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15 diciembre 2009

15


"Déjame que me calle con el silencio tuyo [...]
déjame que te hable también con tu silencio"
Neruda, poema 15

Algunas veces callamos por amor, ese amor que enmudece y armoniza en el perfecto silencio la magnitud de ese sentir inexplicable. Es un amor que habla con miradas, un amor que contempla, que admira y que protege... un amor que nos vuelve más humanos, un amor que comunica de una forma extraordinaria lo que no se puede expresar con palabras. Un amor de una alma risueña que callada, canta la preciosa melodía del corazón enamorado...

Pero qué difícil es callar para hablar... para expresar a través del silencio, nuestro rotundo desacuerdo con el proceder de otros, en ese caso, la ausencia de palabras se vuelve la manera más certera de decir lo necesario. Pues al final de todo, las palabras se quedan ahí, en el contexto en que se expresaron y posiblemente en un vago mal recuerdo, pero ¿qué se puede hacer con el silencio? este no se recuerda ni se olvida, solo se escucha y debo decir que es la paradoja acústica más cautivante e impactante que he podido percibir.

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